José era un joven muy centrado, entregado a sus padres,
puesto que era hijo único, y a su carrera universitaria, ya que había logrado
obtener una beca completa, gracias a sus excelentes calificaciones. Le gustaba
servir a los demás y era amante de la música, especialmente del rock.
Todas las noches, el soñaba con ser un guitarrista
profesional como Slash, Joe Perry o Kirk Hammet, pero José no poseía el dinero para comprar una buena
guitarra ni para pagar lecciones de música, ya que provenía de una familia muy
sencilla y de pocos recursos económicos.
Una noche, regresando de la universidad, a pocas cuadras de
llegar a su casa, escuchó a lo lejos unos sonidos extraños de guitarra, siguió
dichos sonidos y se encontró con un hombre un tanto misterioso que parecía
esconder algo en un bolso de gran tamaño. –“¡Hey, niño!”- le gritó; José se
asustó, pero la intriga y curiosidad le hizo acercarse al sujeto; este tenía un
aspecto extraño, como esos personajes de cuentos de ficción; vestía de negro y llevaba
un enorme sombrero que impedía distinguir con exactitud su rostro. –“¿Qué
quieres?”- preguntó José. El tipo le preguntó si era amante de la música y si
alguna vez consideró aprender a tocar algún instrumento. José, un tanto
sorprendido asintió con la cabeza y en sus ojos había cierta emoción que él no
entendía por qué. El sujeto le dijo: “Me
dicen EL SUJETO DE LA GUITARRA. Estoy
de pasada en este pueblo, tengo que regresar hoy mismo a mi lugar, pero ya no
quiero llevarme esta guitarra. ¿La quieres?”. José sintió dentro de su ser una
alegría inexplicable, por un momento sintió que su sueño por fin se haría
realidad, pero se detuvo y preguntó: “Ok, ¿Cuál es el truco? ¿Por qué me darás
tu guitarra así sin conocerme? ¿Qué me pedirás a cambio? ¿Acaso la robaste? Yo
no sé tocar la guitarra”. El sujeto soltó una risa un tanto tétrica y le
respondió: “No hay truco y no pediré nada a cambio. La guitarra me pertenece,
pero ya estoy cansado de tocar y de cargar con ella. Quiero obsequiártela a ti,
porque mientras estaba en esta zona, escuché hablar de José, el joven que
quiere ser guitarrista. Y si no sabes tocar la guitarra, no te preocupes; esta
guitarra te hace comprender la música sin la necesidad de lecciones ni
maestros.”
José se asustó un poco, ya que nunca le había revelado su
nombre a aquel extraño sujeto y con ese último comentario se despertó en él una
intriga aún mayor, pero todo eso se disipó de su mente cuando el sujeto puso el
bolso que contenía la guitarra en sus manos, en ese momento, José sintió que el
corazón le saltaba hasta el cuello de la emoción, tomó la guitarra y se
apresuró a sacarla del bolso. Era una guitarra preciosa, de color negro, con
estampados y dibujos de flamas que formaban algo similar a rostros de personas
y su marca: “D.E.A.L”, una marca nunca antes vista en ningún instrumento
musical ni en el ámbito de la música. José volteó para darle las gracias al
extraño, pero este había desaparecido. Esto no sorprendió a José, ya que su
emoción era tan grande que nada podía sorprenderlo más. Corrió a su casa a
probar su nueva guitarra, entró directo a su cuarto, sin percatarse que nadie
estaba en ese momento. No existía el cansancio ni la fatiga universitaria, solo
el deseo de probar aquella guitarra tan perfecta. Conectó la guitarra a un
pequeño monitor que poseía para amplificar la música de su teléfono celular, se
la colgó como todo un guitarrista profesional y rápidamente dio rienda suelta
al deseo de tocarla. En efecto, él no sabía cómo tocar una guitarra, ni
siquiera tenía idea de lo que es un acorde para guitarras, pero extrañamente,
conforme pasaban las horas, comenzó a lanzar tonos y acordes de canciones
conocidas, seguidos de una adrenalina y frenesí parecido al de una persona en
un concierto de rock. Él no se explicaba cómo podía suceder eso, pero cada vez
era más y más exacta la manera de ejecutar el instrumento. José dejó de tocar
su guitarra cuando el reloj marcaba casi la media noche y muy exhausto,
procedió a prepararse para dormir, pero aun con una gran emoción por haber
“aprendido” en tan poco tiempo a tocar la guitarra de manera tan excelente.
Mientras cepillaba sus dientes, se percató que nadie en su
casa había notado que el sonido que provenía de su habitación era el de su nueva
guitarra, es más, ni siquiera notaron su ausencia a la hora de la cena o de ver
la telenovela que acostumbraban ver en familia. José supuso que sus padres no
quisieron molestarlo, pues creían que el realizaba sus tareas mientras escuchaba
música a un volumen moderado, ya que esta era una costumbre en José al estudiar, y pensó: “es tarde para mostrarles mi
guitarra, ya deben de dormir”. En fin, ya listo para ir a la cama y descansar,
decidió cerciorarse de que todo estuviera en orden en su casa. Caminó a la sala
y notó que los muebles estaban movidos y los libros en el suelo, esto lo asustó
un poco, pero siguió recorriendo la casa. Llegó a la cocina y también notó un
desorden poco habitual, ya que su mamá era muy estricta con respecto al orden y
aseo del hogar; esto asustó más a José y con paso apresurado, casi corriendo se
dispuso a ir al cuarto de sus padres. Al llegar, la puerta estaba abierta y
golpeada. Con un miedo que cada vez aumentaba, entró al cuarto de sus padres y
su expresión fue de horror y el miedo lo invadió totalmente. En la cama de sus
padres no estaban ellos, pero si se encontraba su guitarra. Temblando de miedo
se acercó a su guitarra y vio que en ella parecía estar escrito algo, a como
pudo, logró controlar un poco el miedo que lo invadía y trató de leer lo que
estaba escrito -“Trato hecho”- fue lo que logró leer. José comenzó a llorar de
miedo y desesperación. Tomó la guitarra e intentó romperla, pero cuando estaba a
punto de estrellarla en el suelo escuchó una risa tétrica que le resultó
familiar; ¡Era la risa del sujeto que le obsequió la guitarra! José dejó caer
la guitarra y corrió a la sala de su casa, mientras seguía escuchando la risa
de aquel sujeto. Por fin llegó a la sala, después de un trayecto eterno en tan
poca distancia. Se detuvo frente a la puerta principal de la casa para intentar
escaparse, pero estaba cerrada con llave, de repente escuchó que alguien
comenzó a tocar su guitarra, pero eran melodías irreconocibles, melodías
horrorosas que al más valiente le pone la piel de gallina. Rápidamente y casi muerto
de miedo, llegó a la puerta trasera de la casa, pero también estaba cerrada con
llave, cuando se percató que el sujeto que tocaba la guitarra caminaba en
dirección hacia donde él se encontraba, a la misma vez que tocaba los acordes
espantosos. José pensó en esconderse, pero no sabía dónde, corrió al comedor y
se escondió en el armario donde guardan
los utensilios de limpieza. El sujeto se acercaba más y más donde José se
escondía, pero el cerró los ojos y contuvo la respiración. De repente todo
ruido se calmó y José solo podía escuchar los latidos de su corazón. Esperó ahí
dentro alrededor de una hora, hasta que por fin se animó a salir. Temblando de
miedo, lentamente se acercó a la sala y vio que en uno de los muebles se
encontraba la guitarra y adjunto a ella, una nota que decía: “José, al haber
aceptado esta guitarra, estabas aceptando entregar lo que más amas, a cambio de
lo que más deseas. Te obsequié mi guitarra perfecta, pero a cambio de ello, me
llevé a tus padres conmigo para poder liberarme. No los busques porque no los
vas a encontrar, ellos están en un lugar que jamás podrá ser visto por ningún
ser humano, al menos vivo. Tampoco intentes buscarme porque nunca me volverás a
ver mientras vivas... Ahí la tienes. La
guitarra de tus sueños y de tus pesadillas. Atentamente: El sujeto de la guitarra.”
Al terminar de leer esta nota, José escuchó a lo lejos lo
que parecía la voz de sus padres gritando de dolor y exclamando su nombre
desgarradoramente y vio que en las flamas de la guitarra se plasmaron dos
nuevos rostros parecidos a los de sus padres.
Se dice que desde ese día nadie volvió a saber más de José
ni de sus padres; los vecinos informaron a las autoridades que la casa donde
José habitaba con sus padres se encontraba abandonada y nadie supo que fue lo
que pasó con ellos, lo extraño que encontraron fueron unas pisadas de sangre
que terminaban al pie de una fotografía familiar ubicada en la sala de la casa.
Algunos afirman que José vaga en las calles con su guitarra,
tocando esos acordes extraños que escuchó esa noche y buscando al sujeto que se
la obsequió. También se cuenta que, cuando vas de noche por una calle sola y
oscura y de repente a lo lejos escuchas acordes extraños de una guitarra
misteriosa, pero no ves a nadie, se trata de José, que está tocando para atraer
tu atención y así obsequiarte la guitarra para poder liberar su alma de tanto
tormento.
A lo mejor has escuchado cierta guitarra misteriosa a lo
lejos cuando vas pasando por una calle oscura y sola a cierta hora de la noche,
sin llamar tu atención lo suficiente como para acercarte, pero puede que hoy
que pases de nuevo por esa misma calle en horas de la noche, escuches la
guitarra sonar lo suficientemente bien como para llamar tu atención. ¿Te
acercarías a ver quién la toca?
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