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El Espacio Oscuro

domingo, 22 de mayo de 2016

LA GUITARRA (Historia de Terror)



José era un joven muy centrado, entregado a sus padres, puesto que era hijo único, y a su carrera universitaria, ya que había logrado obtener una beca completa, gracias a sus excelentes calificaciones. Le gustaba servir a los demás y era amante de la música, especialmente del rock.
Todas las noches, el soñaba con ser un guitarrista profesional como Slash, Joe Perry o Kirk Hammet, pero José  no poseía el dinero para comprar una buena guitarra ni para pagar lecciones de música, ya que provenía de una familia muy sencilla y de pocos recursos económicos.
Una noche, regresando de la universidad, a pocas cuadras de llegar a su casa, escuchó a lo lejos unos sonidos extraños de guitarra, siguió dichos sonidos y se encontró con un hombre un tanto misterioso que parecía esconder algo en un bolso de gran tamaño. –“¡Hey, niño!”- le gritó; José se asustó, pero la intriga y curiosidad le hizo acercarse al sujeto; este tenía un aspecto extraño, como esos personajes de cuentos de ficción; vestía de negro y llevaba un enorme sombrero que impedía distinguir con exactitud su rostro. –“¿Qué quieres?”- preguntó José. El tipo le preguntó si era amante de la música y si alguna vez consideró aprender a tocar algún instrumento. José, un tanto sorprendido asintió con la cabeza y en sus ojos había cierta emoción que él no entendía por qué. El sujeto le dijo: “Me
dicen EL SUJETO DE LA GUITARRA. Estoy de pasada en este pueblo, tengo que regresar hoy mismo a mi lugar, pero ya no quiero llevarme esta guitarra. ¿La quieres?”. José sintió dentro de su ser una alegría inexplicable, por un momento sintió que su sueño por fin se haría realidad, pero se detuvo y preguntó: “Ok, ¿Cuál es el truco? ¿Por qué me darás tu guitarra así sin conocerme? ¿Qué me pedirás a cambio? ¿Acaso la robaste? Yo no sé tocar la guitarra”. El sujeto soltó una risa un tanto tétrica y le respondió: “No hay truco y no pediré nada a cambio. La guitarra me pertenece, pero ya estoy cansado de tocar y de cargar con ella. Quiero obsequiártela a ti, porque mientras estaba en esta zona, escuché hablar de José, el joven que quiere ser guitarrista. Y si no sabes tocar la guitarra, no te preocupes; esta guitarra te hace comprender la música sin la necesidad de lecciones ni maestros.”
José se asustó un poco, ya que nunca le había revelado su nombre a aquel extraño sujeto y con ese último comentario se despertó en él una intriga aún mayor, pero todo eso se disipó de su mente cuando el sujeto puso el bolso que contenía la guitarra en sus manos, en ese momento, José sintió que el corazón le saltaba hasta el cuello de la emoción, tomó la guitarra y se apresuró a sacarla del bolso. Era una guitarra preciosa, de color negro, con estampados y dibujos de flamas que formaban algo similar a rostros de personas y su marca: “D.E.A.L”, una marca nunca antes vista en ningún instrumento musical ni en el ámbito de la música. José volteó para darle las gracias al extraño, pero este había desaparecido. Esto no sorprendió a José, ya que su emoción era tan grande que nada podía sorprenderlo más. Corrió a su casa a probar su nueva guitarra, entró directo a su cuarto, sin percatarse que nadie estaba en ese momento. No existía el cansancio ni la fatiga universitaria, solo el deseo de probar aquella guitarra tan perfecta. Conectó la guitarra a un pequeño monitor que poseía para amplificar la música de su teléfono celular, se la colgó como todo un guitarrista profesional y rápidamente dio rienda suelta al deseo de tocarla. En efecto, él no sabía cómo tocar una guitarra, ni siquiera tenía idea de lo que es un acorde para guitarras, pero extrañamente, conforme pasaban las horas, comenzó a lanzar tonos y acordes de canciones conocidas, seguidos de una adrenalina y frenesí parecido al de una persona en un concierto de rock. Él no se explicaba cómo podía suceder eso, pero cada vez era más y más exacta la manera de ejecutar el instrumento. José dejó de tocar su guitarra cuando el reloj marcaba casi la media noche y muy exhausto, procedió a prepararse para dormir, pero aun con una gran emoción por haber “aprendido” en tan poco tiempo a tocar la guitarra de manera tan excelente.
Mientras cepillaba sus dientes, se percató que nadie en su casa había notado que el sonido que provenía de su habitación era el de su nueva guitarra, es más, ni siquiera notaron su ausencia a la hora de la cena o de ver la telenovela que acostumbraban ver en familia. José supuso que sus padres no quisieron molestarlo, pues creían que el realizaba sus tareas mientras escuchaba música a un volumen moderado, ya que esta era una costumbre en José al estudiar,  y pensó: “es tarde para mostrarles mi guitarra, ya deben de dormir”. En fin, ya listo para ir a la cama y descansar, decidió cerciorarse de que todo estuviera en orden en su casa. Caminó a la sala y notó que los muebles estaban movidos y los libros en el suelo, esto lo asustó un poco, pero siguió recorriendo la casa. Llegó a la cocina y también notó un desorden poco habitual, ya que su mamá era muy estricta con respecto al orden y aseo del hogar; esto asustó más a José y con paso apresurado, casi corriendo se dispuso a ir al cuarto de sus padres. Al llegar, la puerta estaba abierta y golpeada. Con un miedo que cada vez aumentaba, entró al cuarto de sus padres y su expresión fue de horror y el miedo lo invadió totalmente. En la cama de sus padres no estaban ellos, pero si se encontraba su guitarra. Temblando de miedo se acercó a su guitarra y vio que en ella parecía estar escrito algo, a como pudo, logró controlar un poco el miedo que lo invadía y trató de leer lo que estaba escrito -“Trato hecho”- fue lo que logró leer. José comenzó a llorar de miedo y desesperación. Tomó la guitarra e intentó romperla, pero cuando estaba a punto de estrellarla en el suelo escuchó una risa tétrica que le resultó familiar; ¡Era la risa del sujeto que le obsequió la guitarra! José dejó caer la guitarra y corrió a la sala de su casa, mientras seguía escuchando la risa de aquel sujeto. Por fin llegó a la sala, después de un trayecto eterno en tan poca distancia. Se detuvo frente a la puerta principal de la casa para intentar escaparse, pero estaba cerrada con llave, de repente escuchó que alguien comenzó a tocar su guitarra, pero eran melodías irreconocibles, melodías horrorosas que al más valiente le pone la piel de gallina. Rápidamente y casi muerto de miedo, llegó a la puerta trasera de la casa, pero también estaba cerrada con llave, cuando se percató que el sujeto que tocaba la guitarra caminaba en dirección hacia donde él se encontraba, a la misma vez que tocaba los acordes espantosos. José pensó en esconderse, pero no sabía dónde, corrió al comedor y se escondió en el armario  donde guardan los utensilios de limpieza. El sujeto se acercaba más y más donde José se escondía, pero el cerró los ojos y contuvo la respiración. De repente todo ruido se calmó y José solo podía escuchar los latidos de su corazón. Esperó ahí dentro alrededor de una hora, hasta que por fin se animó a salir. Temblando de miedo, lentamente se acercó a la sala y vio que en uno de los muebles se encontraba la guitarra y adjunto a ella, una nota que decía: “José, al haber aceptado esta guitarra, estabas aceptando entregar lo que más amas, a cambio de lo que más deseas. Te obsequié mi guitarra perfecta, pero a cambio de ello, me llevé a tus padres conmigo para poder liberarme. No los busques porque no los vas a encontrar, ellos están en un lugar que jamás podrá ser visto por ningún ser humano, al menos vivo. Tampoco intentes buscarme porque nunca me volverás a ver mientras vivas...  Ahí la tienes. La guitarra de tus sueños y de tus pesadillas.  Atentamente: El sujeto de la guitarra.”
Al terminar de leer esta nota, José escuchó a lo lejos lo que parecía la voz de sus padres gritando de dolor y exclamando su nombre desgarradoramente y vio que en las flamas de la guitarra se plasmaron dos nuevos rostros parecidos a los de sus padres.
Se dice que desde ese día nadie volvió a saber más de José ni de sus padres; los vecinos informaron a las autoridades que la casa donde José habitaba con sus padres se encontraba abandonada y nadie supo que fue lo que pasó con ellos, lo extraño que encontraron fueron unas pisadas de sangre que terminaban al pie de una fotografía familiar ubicada en la sala de la casa.
Algunos afirman que José vaga en las calles con su guitarra, tocando esos acordes extraños que escuchó esa noche y buscando al sujeto que se la obsequió. También se cuenta que, cuando vas de noche por una calle sola y oscura y de repente a lo lejos escuchas acordes extraños de una guitarra misteriosa, pero no ves a nadie, se trata de José, que está tocando para atraer tu atención y así obsequiarte la guitarra para poder liberar su alma de tanto tormento.

A lo mejor has escuchado cierta guitarra misteriosa a lo lejos cuando vas pasando por una calle oscura y sola a cierta hora de la noche, sin llamar tu atención lo suficiente como para acercarte, pero puede que hoy que pases de nuevo por esa misma calle en horas de la noche, escuches la guitarra sonar lo suficientemente bien como para llamar tu atención. ¿Te acercarías a ver quién la toca?

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